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jueves, 26 de enero de 2012

ALBERTO VÉLEZ ALVAREZ Y SU MIRADA A LA SELVA AMAZÓNICA.

                                                                     


                                                                                                                                                                                                               
  Una gigantesca ventana a la selva amazónica colombiana, SUEÑOS, fue la primera obra pictórica de Alberto Vélez Alvarez que vi. Recién llegada de México, para mi Colombia era un enigma y vine a darme de frente con el primer gesto de la selva, en esta pintura grandiosa, exuberante, plena de vida, animante, bullendo en el manejo magistral de los verdes, del artista de Itagüí.

 Fue en un hotel de Sabaneta, donde en la recepción vi ese cuadro, llamado Sueños, el municipio de Sabaneta esta en Antioquía, muy cerca de Medellín, ahí fue el encuentro con el artista, quien con otros artistas y editores participaron el mes de septiembre de 2011 en el Encuentro EDITA que por primera vez se celebraría en el país colombiano, también en Sabaneta esta el estudio de Alberto Vélez Alvarez, es el territorio elegido por el pintor para vivir, aunque el nació en Itagüí, Municipio industrial y por lo tanto con una población predominantemente obrera.

   Alberto Vélez pasa la mayor parte de los días del año en su labor creativa, ante grandes lienzos, ya que su obra es de gran formato, en sus manos los pinceles, en su mente los proyectos, en sus lienzos los colores, muy realistas, donde se expresa su preocupación por el deterioro y destrucción que sufre la selva amazónica, labor que él mismo describe en su novela Sin sentido; “Soltó sus pinceles y mientras les lava con trementina y los seca con un trapo empastado de óleos de todos los colores, observa su paisaje concluido…siente frío al mirar su bosque de niebla, le parece que el vapor nebuloso se mueve por entre el dosel de los árboles del primer plano y follaje apenas insinuado en azules grisáceos de los siguientes planos…follajes y tallos que aparecen y desaparecen creando entre su atmósfera densa, imágenes misteriosas cercanas a la vida, pero también a la muerte…se recoge en sí mismo y piensa en los días que lleva encerrado en el taller sin ver ni hablar con nadie, sin sentir el sol sobre su rostro y espalda, calcula que lleva un mes encerrado en su silencio oyendo el fino rasgueo del pincel cargado de color sobre el lienzo”.

  Sí, me congratulo porque no sólo me encontré en Sabaneta, muy cerca de Medellín, con el pintor, sino también con el novelista, al leerlo, al entrevistarlo, pude conocer sus sueños, para él, para su patria, para su Má patria, como le llama en la novela Lúcidos, “Má, patria, patria má, tengo luz en mis palabras para alumbrarte, tengo un alma limpia como un lago para que te mires”, “salgas de la fatalidad”.

   Alberto Vélez Alvarez ama sobre todo un espacio de su patria, ama la selva y como el cronista Carvajal, de ahí “quisiera verlo todo” (citado por Anderson Imbert), como el escribidor de Orellana, con rasgos de fantasía poetizar la crónica de la selva amazónica, esta vez con sus pinceles, es una crónica dramática  por las agresiones que sufre la selva ha raíz de la ambición y la codicia de quienes la deforestan, más sin embargo sus cuadros no pierden la belleza de este lugar “lleno de maravillas”, como lo describe el fiel retratista de su paisaje.

  Enigmático, enverado, el paisaje selvático, “es como un mundo aparte al que conocemos, encierra una magia que sólo los indígenas que viven en su vientre entienden” expresa el pintor a esta habitante de la geografía norteña y semidesértica mexicana, por mi parte vine a Colombia a otra misión y ahora reflexiono, mi encomienda era esta, hablar con el creador poderoso, sumergido en los verdes de los paisajes al óleo, producidos con manos entregadas al arte, con sus brazos largos y su mente educada en la musicalidad de la poesía de Shelley, en las imágenes de los narradores de su país.

  Es cierto llegué con el corazón latiendo de orgullo por la obra de los pintores mexicanos, Diego Rivera, Frida Kahlo, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo, Francisco Goitia, José Luis Cuevas, en un día emblemático, un 16 de septiembre, día del inicio por la independencia de mi patria, día de fiesta nacional en mi México, vi un poco a la distancia al gran pintor colombiano Antonio Vélez Alvarez, pero un poco después, con el corazón contrito capté mi verdadera comisión, era mi encuentro con él y hablar de su obra con latido pasional.

¿Qué pensaste cuando viste por primera vez mi obra? Me pregunta el artista, le contesto, pensé, es grandiosa exuberante, plena de vida, con un manejo de los verdes magistral y añado, como esa obra ocupaba toda una pared, quería volver y volver a verla, pasar enfrente de ella de nuevo.

 Creo que uno de los grandes encargos de la divinidad para los hombres, es tener señorío sobre la naturaleza y no ser crueles explotadores de la misma, esa es la revelación del pintor, ante las señales apocalípticas, ante el cambio climático, la pintura de Alberto Vélez Alvarez es un grito de color que llama a cuidar y respetar la selva, esa gigantesca criatura que emana energía y nos regala oxígeno, que es vida, el que lo demás hombres entiendan este mensaje es su SUEÑO, su sueño más humano, puedo también decir que cuando tuve frente a mi su obra, sentí que todo crecía a mi alrededor, debe ser el sueño mágico de la creación.

Nohemí Sosa Reyna.


Óleo de Alberto Vélez Alvarez. Pintor Colombiano.

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