nohemypoesia.blogspot.com. Poemas, artículos y ensayos de la escritora Nohemí Sosa Reyna.



domingo, 15 de enero de 2012

ANA ENRIQUETA TERÁN: LA PROFETIZA VENEZOLANA.

ANA ENRIQUETA TERÁN: BRILLA EN EL CIELO VENEZOLANO.


Por: Nohemí Sosa Reyna


                                                      Que el curso de tu vida tenga en calma:

                                                     pues juzgo que es el más proporcionado

                                                      de alargar una vida, dar un alma.

                                                           Sor Juana Inés de la Cruz



De Venezuela, de Trujillo, su luz se encendió muy cerca de esos Andes por donde Simón Bolívar labró la independencia de América; con un amor por su paisaje de la montaña, que le “quiebra el cantar”, tiene ahora entre sus manos esa cosecha gloriosa de un trabajo poético intenso, sabio, suntuoso y cincelado en el amor por su pueblo, recientemente coronada como poeta en su país con el Festival Mundial de Poesía, dedicado a ella.

Cuando leí sus poemas y observé su fotografía, sus ojos y entrecejo de poeta, aún antes de leer los comentarios a su obra y su biografía, la situé entre los grandes de Latinoamérica, leí de nuevo sus poemas y vino a mi la señera figura de Octavio Paz y su Piedra de Sol, Ramón López Velarde y “La Suave Patria”, Juana de Ibarbourou y sus “Lenguas de Diamante”, Pablo Neruda y su “Canto General”, Olga Orozco, Cesar Vallejo, Ernesto Cardenal y todas esas estrellas que brillan como ella en nuestro cielo americano.

Al adentrarme en sus metáforas e imágenes me gusto como ella misma se metamorfosea poéticamente en árbol, “arboriza tu llanto y el humo de tu casa”, en su poema “Presencia Terrena” (Al Norte de la Sangre 1946), ella esta en medio del bosque con su voz poderosa, cantando a los pobres, “copia los pasajeros tintes de tu miseria” a ese manantial de la vida “detenido en morenas vasijas”.

Les habla de manera excelsa a esas gentes, que en medio de su sabiduría y su sueño de poeta la despiertan para que escriba así:



“el destino de gentes y ciudades,

las hoscas gentes de mis soledades

que en mi secreto ayer van padeciendo”



Y no me puedo desatar de su encanto, para elegirla a ella, para hablar de ella, entre muchas poetas de rancio linaje o voces de vanguardia, elegí para mis letras sus manos anilladas, sus dedos gruesos e insumisos al transcurrir tedioso del tiempo sin obras o palabras, a su escritura lírica que hace pública su exaltación, su pasión y la convierte en una rosa encarnada y maravillosa.



“La rosa de mis huesos que no cesa
exacta, tumultuosa, prediciendo

algo de mi que besa a quien no besa”



¿Cómo sustraernos a ese beso multitudinario de la poesía de Ana Enriqueta Terán?, la profetiza venezolana, la musa que se enfila en los sabios ejércitos de los poetas, precedida en el tiempo por la admirada Sor Juana Inés de la Cruz, la venezolana viendo los Andes, la mexicana viendo el volcán Popocatepetl.


EL SONETO ES UN VASO MARAVILLOSO.



Y como si al evocar a Sor Juana, evocará la perfección de los sonetos, un soneto pulido y exquisito como un diamante, de Ana Enriqueta Terán llega a mis manos:





SONETOS DE TODOS MIS TIEMPO



Tablas lavadas que la mar olvida

Y alguna vez recoge para luego

dejar cerca del alma como ciego

resplandor acerado en la medida



que la materia deja de ser vida

y se vuelve de raso con sosiego

de ceniza cayendo en manso riego

sobre una luz humilde y extendida.



Luz que ciñe el espacio sin adrede

distorsión; luz perfecta, no centrada

por ave, nube o corazón disperso.



No llevar, no tener y el mar no cede

su derecho de unir isla sagrada

al madero lavado de algún verso.


Que expresa la propia poeta hoy reconocida, sobre el soneto, en una venturosa entrevista realizada por la publicación “La Librería Mediática”, en su casa de Trigal Centro, en Valencia, muy cerca de cumplir 90 años, refleja su versión, “Ayer José María (su esposo) me preguntaba qué sentía yo cuando leía un poema mío , que había terminado, que me satisfacía. Yo le dije: pues un gran asombro, un gran agradecimiento. Yo me pongo a pensar en lo que era yo de niña, como me recuerda la gente, porque es más en el recuerdo de los demás que el de uno mismo. Y me asombro de verdad. Me asombro ante la perfección de un soneto, por ejemplo. El soneto es la forma más completa que hay. Yo creo que yo tengo en el soneto mucha renovación del propio soneto. Como un vaso que sigue los cánones de lo clásico. Pero encuentro que hay una gran libertad. Por eso cuando me dicen los poetas jóvenes, que está muy desacreditada la poesía en verso rimado, las formas clásicas, les digo yo: Tú te sientes prisionero pero yo no, yo siento una enorme libertad en el soneto, para mi el soneto es un apoyo, es un vaso maravilloso donde la idea se desenvuelve con mucha más seguridad”.


EL VERSO LIBRE ME SOLICITA.



Ana Enriqueta Terán domina el verso libre, los tercetos, las décimas, los madrigales, las liras, las odas, las endechas, en 1961 viajo a París y el verso libre le dio de beber, escribe la poeta Patricia Guzmán en un ensayo sobre su obra, y cita a la autora de “Verdor Secreto”, “El verso libre me solicita y voy a él con respeto y autenticidad”, y al retomar este concepto de lo auténtico con que la propia poeta se califica, veamos lo que escribe Johannes Pfeiffer sobre esto en su libro “La Poesía” , “La poesía se ha librado de esta corporeidad del diálogo humano y de la mutua comprensión; y a pesar de eso hay en ella algo que es afín al tono del habla humana y al ademán, puesto que en ella palpita una actitud básica del hombre, que parece salir a nuestro encuentro”.



POEMA ANTERIOR



La envidia

esa doncella castamente llegada

me conduce y destierra.

Y miro a todo ver el cervatillo ovalado y distante.

Miro los huevos pesados de la fecundada, la estática.


La que no indaga en lenguas porque reduce, exacta,

hace redondo crea de lo dado. La envidia

esa doncella castamente llegada.



Ana Enriqueta Terán

Música con pie de salmo (1952-1964)



También vanguardista y comprometida con las innovaciones de su arte poético, despierta aún más mi admiración, para considerarla una estrella auténtica de nuestro firmamento literario, pediré sus palabras al poeta mexicano Manuel José Othón, quien habitó muy cerca de mi paisaje, para decirle a la autora de “El libro de los oficios”;

¡No! Sus cráneos, que se alzan y estremecen,

Son el más grande asombrador portento:

¡fraguas donde se forja el pensamiento

y que más que nosotros resplandece!


Bajo la estrecha cavidad caliza

ideas en ígnea llamarada
fulgura sin cesar, y es, ante ellas,
toda la creación polvo y ceniza.



Esa ceniza de que habla la poeta trujillense “cayendo en manso riego sobre una luz humilde y extendida” y es el pensamiento la luz de esa creación y es la poesía, la exaltación del pensamiento y son los poetas las estrellas en que brilla el fuego de las ideas.

Más no soy la más indicada para estudiar a fondo la obra poética de Ana Enriqueta Terán, su perfección formal y su maestría la han estudiado académicos de la Universidad de Oxford y Princeton, he querido más bien hacer una reflexión sobre su obra respondiendo a la Convocatoria de la Asociación de Escritores de Mérida, Venezuela, sobra la obra literaria de las mujeres de ese país, quiero expresar mi pensamiento como mexicana en nuevos territorios de mi amada Latinoamérica.



JUANA DE IBARBOUROU LA LLAMA SIBILA MISTERIOSA



Al ver en la historia de vida que Ana Enriqueta Terán tuvo un encuentro a los doce años con el escritor Andrés Eloy Blanco a quien le mostró sus primeros versos, no puedo evitar pensar que era una destinada para la poesía, sus influencias más tarde incluyen a Miguel Hernández y sus poemas de amor al pueblo, el argentino Francisco Luis Bernárdez y sus poemas místicos, a los venezolanos Jacinto Fombona Pachano y Carlos Augusto León, a los clásicos Hölderlin, Novalis, Rilke, Jorge Manrique, Fray Luis de León y Santa Teresa de Jesús, la mayoría de ellos abriendo en su ánfora de palabras la voz del Divino.

La escritora Patricia Guzmán, ya citada, escribe en su ensayo “Ana Enriqueta Terán, la suplicante”, que la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou siente esa influencia de Santa Teresa de Jesús en la poeta venezolana y expresa en el prólogo del libro “Verdor Secreto”, lo siguiente, “un eco…una raíz de la ardiente mujer de Avila, están en su acento y sus raíces que se ahondan para nutrir con jugos temerarios, la flor de granado de su poesía”, Ibarbourou también nombra a Terán “Sibila misteriosa” y agrega sobre ella que “tiene el ímpetu y el olvido de todo, que cercan a los que traen una misión”.

La poeta autora de “Verdor Secreto”, expresó en una entrevista a Paula Rivero, la influencia que tuvo su madre en sus lecturas de los clásicos, “En mi casa se leía a los clásicos y se les manejaba. Mi madre (Rosa Madrid) me inició en su lectura y digo mi casa, en vez de decir desde el principio mi madre, porque verla a sus ojos, su reciedumbre, era descubrir la casa entera, su fortaleza. Para vivir no bastaban los corredores y sus ojos, su temple, la fuerza que imprimía a sus actos y a la vez la seducción que imponía a sus pasos. Todo en ella era feminidad, amor y devoción a los clásicos”.

La admiración de los escritores de su país, tienen una expresión plena en las palabras del escritor Víctor Bravo que escribe, “El linaje sagrado de la poesía de Ana Enriqueta Terán nos regala la visibilidad del mundo, y la manifestación de lo invisible en el cincel y vuelo del verso. Verso a verso, el lector avanza por esta poesía, no por círculos infernales sino en círculos de protección y delicia”.

María Antonieta Flores, la unge como poeta mayor de su país, cuando puntualiza, “La verdadera ‘casa de hablas’ de la poesía venezolana, y de nuestro ser, está arraigada en la voz de Ana Enriqueta Terán”.


“ De qué nos libra el retorno: ya estamos cerca, palpamos la rosa

que debe guardarse y extenderse luego para alegría del aire.

Hombre y mujer acercando el mediodía a las casas

Atravesando cortinajes muy llenos de brisa y buenas nuevas,

portando regalos donde arden flores de fortaleza y de silencio.

Hombre y Mujer

Libro de los Oficios



José Napoleón Oropeza escribe refiriéndose a Libro de los Oficios: “Ceñida de luz en torno a los signos de un oficio doble, en hebra una palabra en el ojo de una aguja; la página blanca se abre a estrecha cicatriz. Nuestra poeta construye este libro como un diálogo con los signos del oficio del día”.

Es la generación de 1918, surgen escritores como Romulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Fernando Paz Castillo, Alberto Arvelo Torrealba, Pedro Sotillo, Enriqueta Arvelo Larriva, Sergio Medina, Julio Planchet, Henrique Soublette y Julio Horacio Rosales ya habían dejado su huella literaria con sus grandes obras, como Doña Bárbara, el primero, y la revista La Alborada todos ellos.

Aparece en los años veinte la voz Teresa de la Parra, con Ifigenia y Memorias de Mamá Blanca, vendrán otros autores, entre ellos Uslar Pietro, las mujeres no son muy reconocidas, y aquí retomaré lo escrito por Valmore Muñoz Arteaga, “Dentro del proceso crítico de la literatura venezolana, la mujer, la escritora parece haber recibido la peor parte, obras fundamentales como las de Teresa de la Parra o María Caleaño han quedado virtualmente desamparadas del estudio formal de nuestras letras sin precisar que en algunas de ellas están expresadas señales de profundos aportes al desarrollo de la cultura venezolana, Entre ellas podemos citar el nombre de la gran poeta Ana Enriqueta Terán”.


ENTRE EL VERDOR DE LOS CAÑAVERALES



La autora de Al Norte de la Sangre (1946), Presencia Terrena (1949), Verdor Secreto (1949), De bosque a bosque (1970), El libro de los oficios (1977) nació en Valera, estado de Trujillo el 4 de mayo de 1918 en plena dictadura de Gómez, de quien la historia marca que era también de raigambre campesina pero desprovisto de formación cultural, descrito como un político intuitivo, astuto, taciturno y sin escrúpulos, a él se enfrentó la familia de la poeta, que por esta razón tuvo que emigrar, en este tiempo apenas se empezaban a otorgar concesiones a las compañías norteamericanas, los cultivos predominantes eran el cacao y el café, su familia se dedicaba al cultivo de la caña de azúcar en la Hacienda Santa Elena. Todavía no hacía su aparición el petróleo, el país venezolano tenía una predominante presencia rural, estas vivencias de campo en su niñez se sienten intensamente en la poesía de Ana Enriqueta Terán.

Imaginamos el paisaje, el verdor de los cañaverales, que crea en los habitantes un ánimo de vida, como si la savia que circula por esas plantas erguidas se trasmitiera a quienes están cercanos, me imagino a la poeta caminando entre los senderos oliendo, saboreando y tocando la dureza de las cañas, tal vez por eso dice, que es una poeta de sentidos, porque esa niñez en el campo la alimentó, así como las lecturas de los clásicos que hacía su madre y aún las posiciones políticas de su familia, su personalidad sensible y poderosa tuvo desde su niñez un adecuado campo de cultivo.


“Me hincó el amargor sencillo

el hondo amor a la sierra,

y de bruces en la tierra

soy como un haz de tomillo

arabescos de cadillo

bordaron mi vestidura,

y sin pozos de amargura

donde se baña el anhelo,

me están cayendo del cielo

pedacitos de dulzura


Décimas Andinas (1938)


Tenía veinte años cuando escribió estas décimas, donde su amor por la tierra natal se trasmina notablemente, en su libro “Gente de Venezuela”, Jorge Maldonado Parrilli, escribe, “Después de 1935 la joven poetisa se traslada a Puerto Cabello y luego a Caracas, donde prosigue estudios de educación secundaria en el Colegio San José de Tarbes y comienza a establecer, con la timidez propia de una chica provinciana, acometida a ratos por congénitos impulsos de osadía, relaciones intelectuales y …Una tarde de 1940 se celebra por iniciativa del Ateneo de Caracas el Festival de la Décima como homenaje a Alberto Arvelo Torrealba, en este acto participan los más destacados poetas venezolanos del momento, cuando toca el turno a Ana Enriqueta, quien lleva a esa hermosa fiesta del lirismo popular la voz de la montaña”, en ese tiempo ya había escrito “Décimas Andinas”.

La historia también marca que cuando en diciembre de 1935 muere en Maracay el general Juan Vicente Gómez, los expatriados empiezan a regresar; los presos políticos han sido libertados y poco a poco va afirmándose la libertad de prensa, se dan profundas reformas en la vida del país y se inicia la modernización, son los años de la juventud de la poeta, quien también por estas fechas inicia su vida literaria pública, en ese memorable Festival de la Décima.

UN HOMENAJE A ELLA IV FESTIVAL MUNDIAL DE POESIA.

Vendrán muchas participaciones, reconocimientos, pero tal vez uno de los más importantes es el otorgamiento del Premio Nacional de Literatura, ha iniciativa del Primer Simposio de Literatura bajo la advocación de don Mario Briceño Iragorry. (Información tomada de Gente de Venezuela y reseñada en el periódico El Tiempo.

Y también de este artículo aparecido en el diario El Tiempo, ( jueves 28 de junio de 2007), tomado del libro Gente de Venezuela, nos gustan las palabras, como se refiere Jorge Maldonado Parrilli, al éxito de la poeta, “El triunfo que le proporcionaron sus primeros volúmenes le llevan a actuar en otra áreas. Así la vemos designada como Agregada Cultural en las Embajadas de Venezuela en Buenos Aires y Montevideo, donde se relaciona con poetas y escritores argentinos, uruguayos, chilenos que la estiman y comunican sus plurales alientos. Y se torna, como Teresa de Jesús “Fémina inquieta y andariega”.

En 1989, viviendo en Jajó recibe el Premio Nacional de Literatura.

El 4 to. Festival Mundial de Poesía 2007 fue un homenaje a ella, se realizó simultáneamente en Caracas y en varias ciudades de Venezuela. Con asistencia de poetas de España, Italia, Alemania, Inglaterra, Rusia, Francia, Palestina, Líbano, Siria, Camerún, Congo, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Colombia, Uruguay, Ecuador, Brasil, Bolivia, Argentina, Haití, Cuba, República Dominicana, Nicaragua, México y Estados Unidos, junto a más de 200 poetas del país anfitrión.

Luis Alberto Crespo, Presidente de la Casa Andrés Bello, en entrevista, sobre el 4to. Festival Mundial de la Poesía, se refirió a la importancia de este, “porque la voz de los poetas armoniza, equilibra y fraterniza, en momentos como estos cuando el mundo está dominado por el odio, la guerra, la explotación económica y la invasión. En estos instantes en que la tierra se deshumaniza de forma alarmante la voz de los poetas es salvadora y estimula el sentimiento para defender la libertad y la justicia.

Y ante la pregunta, ¿porqué se rinde homenaje a Ana Enriqueta Terán, Crespo, responde, “Ana Enriqueta Terán es la poetisa viva más importante de Venezuela y del habla hispanoamericana, ella forma parte de las voces de la poesía contemporánea nacional e internacional, es la gran dama de la poesía, su obra ha sido celebrada con traducciones y estudios. Además, no sólo es emblemática en la literatura, también en el aspecto moral, tiene una gran sensibilidad social y defiende la Venezuela que ésta, más nunca, decidida a reafirmar su soberanía en todos los aspectos”.

La poeta no pudo asistir a la ceremonia de homenaje, ella misma dirá, “Me siento muy bien, muy halagada, pero la edad no me permite ir a esas cosas…no hay que olvidar que voy a cumplir 90 años, no es una cosa fácil. Estoy muy lúcida, terminé una novela… se llama ‘Apuntes y congojas sobre una decadencia novelada en tres muertes’.

Su sabiduría, sus valores se aprecian en temas tan importantes como la tolerancia, hacia los jóvenes, hacia sus semejantes, así Ana Enriqueta Terán, como una fiel catadora de la miel de cada día, no cree en la experiencia, y expresa, en entrevista reciente, “Digo eso porque es verdad. El anciano es un espectador, está sentado en una silla viendo lo que los jóvenes están haciendo. Pero uno no puede intervenir, sino dejar a los jóvenes que vivan su propia experiencia…para uno mismo la experiencia no tiene sentido. Tú crees que estás diseñando tu destino, y resulta que no es así, que de golpe las cosas se resuelven de una manera diferente.



JOVEN DEL ESPEJO



El espejo devuelve la figura

Con una flor prendida de la brisa

que rodea la clara vestidura.



La mano viaja desde la sonrisa

hasta el cabello de encrespado aroma

de la reciente joven insumisa.



Recuerda la cadera dulce poma

y el pecho aguza sensitiva nieve

y calladas distancias de paloma.



La imagen de la flor es aire breve

cruzando el aire de la niña triste.

Ella es la flor, el llanto, el tiempo leve.

Y digo es alba pura: “Sé que existe.


La poeta recibió en 1989 el Doctorado Honoris Causa en Educación en la Universidad de Carabobo, Valencia, en su estancia en Uruguay fue nombrada Ciudadana Ilustre de ese país, además del Premio Nacional de Literatura de Venezuela que recibió en 1989.

Recientemente apareció su libro “Construcciones sobre basamentos de niebla” en una hermosa edición de Monte Ávila (2006), una crítica para éste libro que muestra la actualidad y permanencia de Ana Enriqueta Terán, por la calidad de su obra, se puede leer en el blog de Los Perdomo: “La puntualidad y redondez de las imágenes, alucinadas, perfectas, estremecedoras-“Hicieron del halcón única seña en impávida altura” (pág.2), “Hambre inmensa como bocanada de vacío” (p.5), “haciendo deslizantes a fuerza de palmeras que llegan a la mar” (p. 15), “cielos castamente destruidos” (p.23), “como desangre de sol sobre plantíos de girasoles reverentes y exactos” (p.39), “Acogerse a silencios y mordeduras de vigilias” (p.43), el cuidado del lenguaje y la calidad de la construcción, el apelar a los sentidos del lector para entrar en su alma, el partir, también, la escritura, desde lo que permiten los sentidos –vista y tacto, esencialmente-, serían, en apresurada enumeración, algunas de las pequeñas maravillas de la lección poética que nos regala Ana Enriqueta Terán en este nuevo libro”.


La poeta venezolana ha cultivado en sus ya casi noventa años, la poesía, el amor, la amistad, que muestran su sabiduría, que hace real el Proverbio “La mujer sabia edifica su casa y la necia con sus manos la destruye”, es por demás explicar el soberbio edificio que ha logrado con su vida y obra Ana Enriqueta Terán, como antes quise mencionar a la poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, lo vuelvo hacer con un soneto, forma poética preferida:



En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?



Yo no estimo tesoros ni riquezas;

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi pensamiento

que no mi pensamiento en las riquezas.



Y no estimo hermosura que, vencida,

es despojo civil de las edades,

ni riqueza me agrada fementida,



teniendo por mejor, en mis verdades,

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.

Sor Juana Inés de la Cruz


Y así nuestro admirado poeta Amado Nervo, también ciudadano ilustre en Uruguay, establece con Sor Juana una imaginaria conversación:



YO: ¿Habéis amado mucho las letras desde pequeña, venerable madre Sor Juana Inés?

SOR JUANA: Desde que me rayó la primera luz de la razón, fue tan vehemente y poderosa la inclinación a las letras, que ni ajenas reprensiones (que he tenido muchas) ni propias reflejas (que he hecho no pocas) han bastado a que deje de seguir este natural impulso que Dios puso en mí: Su Majestad sabe por qué y para qué.
Así pudiera ahora establecer una conversación con Ana Enriqueta Terán, y le diría ¿Habéis amado mucho las letras desde pequeña?

Seguramente me diría: Mi madre me dio la primera comida y me dio la letras de los sabios, de los poetas y las musas cultivaron en mí un canto de nodrizas

Así la “música callada” de San Juan de la Cruz, llegó a ella, a nuestra Enriqueta de las llanuras, de los andes, de los cañaverales para convertirla en una estrella, porque eso son los poetas, son estrellas, que fulguran y sus cantos son la “música callada” de los pueblos.

“En aquel sosiego y silencio de la noche ya dicha, y en aquella noticia de la luz divina, echa de ver el alma una admirable conveniencia y disposición de la sabiduría en las diferencias de todas sus criaturas y obras, todas ellas y cada una deellas, dotadas con cierta respuesta a Dios, en que cada una a su manera dé su boz de lo que en ella es Dios; de suerte que le parece una armonía subidísima que sobrepuja todos saraos y melodías del mundo. Y llama a esta música callada, porque, como avemos dicho, es intelligencia sosegada y quieta, sin ruido de vozes “

San Juan de la Cruz


En los místicos se nutrió nuestra poeta y así su voz se afinó como ave perfecta.


Poeta Ana Enriqueta Terán

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