Na zgon poezji (tr. Fernando Presa González)
¡Ella murió! ¿Hay defunción más triste?
¿Cómo enterrar a tan bella persona?
Murió de una grave enfermedad
Que se llama dinero y correcciones.
Te acuerdas de aquél día
en que estuve junto a su cama pensativo,
y tenía una gran lágrima en el ojo, porque quería saber
si lo que se apaga es el espíritu o el cuerpo?
Ella, en cambio, -me refiero a la Poesía- levantó
Su brazo pálido hacia la ventana, me hizo una señal
Para que bajara la luz, porque hace mentir a las sonrisas,
Como si la primavera se burlara delante de sus ojos.
No sé si percibí una herida o un lunar
Bajo la sombra del pecho izquierdo, cuando se estremeció...
¡Oh, estuve triste como nunca lo había estado
Cuando estoy en un cementerio y arranco una flor!
Ella murió (la Poesía), la grande,
La mediadora de las dos esferas irreconciliables,
Océano de lujuria y gotita de escarcha,
Esa emperatriz, esa obrera
Única y común a la vez,
Relámpago y paloma...
Ya vienen a enterrarte, como a una artesana,
A cubrirte de arena.
Desde entonces, en la amplia iglesia del silencio,
Cuando paso por la arena del empedrado,
Yo no piso su tumba, sino la obra de aquéllos
Que allanaron el cementerio con tierra.
Hasta que los destructores del pensamiento se pongan a pensar
clamaré para que caiga un trueno que golpee con su descarga,
viendo que el fuego es para los sin-fuego,
Aunque duerman sobre silicatos y se despierten en el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario