Triste y acongojada por la muerte de 72 inmigrantes en Tamaulipas, condenando esos actos de barbarie, triste por tener que vivir viendo hechos de una guerra sucia que me enferma, viendo como manchan mi tierra, y pensando que hay que vivir, que hay que seguir con tus actividades, en mi caso en el área cultural, puedo decir que hoy, acudiendo a una frase que no sé de quien sea, el arte también salva al hombre, decidí ver cine, fui al cine comercial, fui a la cineteca y en ambos vi obras cinematográficas impactantes, en el primero Fuego, de Guillermo Arriaga, que llama a miles o millones de cinéfilos y es un drama impactante, que no le pide nada a su cinta Amores Perros.
Pero debo decir que esta vida estresada y agobiada entró en el mundo facinante de la creación, con una obra que yo ubicaría en el realismo mágico cinematográfico, -no sé si exista esa clasificación-, una verdadera belleza que te deja boquiabierta en casi todo lo que dura, por los cambios de escenario, por los retos de los protagonistas, la ubicaría también como quijotesca, que aunque no hay molinos de viento, las decisiones que toma Ignacio Carrillo ante su reciente viudez de ir a cumplir su palabra y en cada lugar por donde pasa, enmedio de peligros, con la sola compañia de un jovecísimo Sancho o casi un David ante el malgeniudo rey Saúl me hacen casi decir que es la película más bella que he visto, su nombre Los Viajes del Viento del director colombiano Ciro Guerra.
Premiada en Italia con el Premio Ciudad de Roma, narra el viaje a través de los pueblos de Ignacio Carrillo para ir a entregar un acordeón, el recorrido de este juglar es realzado por la fotografía de Paulo Andrés Pérez y por la música de Iván Tito Ocampo, el guión es del propio Ciro Guerra, hay suspenso, hay peleas pueblerinas, hay ternura, hay valor, hay sabios indígenas que salvan al protagonista en los picos de la sierra y desde luego música y pensando que viendo la muerte rondar, es bueno ver la creación de hombres como Ciro Guerra que resaltan lo mejor del ser humano. Gracias a Guillermo Arriaga y a Ciro Guerra, ambos valiosísimos directores latinoamericanos, uno mexicano y el otro colombiano por reflexionar tan hondamente en el sentido de ser latinoamericano, en Fuego por resaltar los valores de la familia mexicana enmedio del realismo y la cruda realidad y en Los Viajes del Viento por resaltar el valor del artista, del juglar, del músico.
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