Pasé junto a la ronda, muda, ciega
y me decían: existes,
porque seguía los ecos.
Me empujaron a un Dios que despiadado
acajonó los miedos, y era ajeno.
Estuve tras la flor sin alcanzarla.
Tras el ave, mas siempre se escapaba.
Me perdí en el acecho de las ansias,
tras el vaho divisor,
desintegrada.
Andaba tras la pista de la vida.
Pasé junto al amor
y fue como si amara
por ser de piel y sueño.
Del caño al estandarte, anduve a tientas.
Del pensar a la acción.
De presencias y ausencias - sin saberlo -,
fui encontrando la muerte en movimiento.
Entre yerro y traspiés
seguí existiendo.
Un día, los procesos chocando se invirtieron.
El tiempo se detuvo.
Vomité mis silencios en silencio.
Saqué mi soledad a rayo pleno.
Bauticé mis etapas.
Clasifiqué mi esencia,
y , me parí de nuevo.
Desde entonces, dosifico el desgaste.
De mi Biblia de olvidos en recuento perenne
aún versiculeo
cuando gusto la sal de los recuerdos.
De inscripciones expresas
de abandono en la puerta.
Con la excusa de ser que no franquea.
Del mundo para siempre divorciada
al fin estoy
tejiendo mis instantes de infinito.
PATRICIA MEDINA. Avatares. Guadalajara. México.
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