Fue la sequedad
la falta de verdor
el mayor castigo de aquella ciudad
donde ya no despiertan golondrinas
una palmera degollada habita la calle
y sólo las nubes crecieron con su cargamento
Ahí no fue la diáspora de fieras en duro galopar
lo que anunció la hecatombe
fue más bien una lluvia de pájaros muertos
la ausencia grisácea del sol
lo que dictó el éxodo de Lot
Cuando sus pasos se confundieron con las aves
supo que no había escapatoria
supo que las nubes asfixiaban a los hombres
que la materia formaba un círculo hostil
y el gorrión era especie olvidada
Él tendría que buscar el paraje de las aves
aunque ella no lo entendiera
aunque la amada prefiriera el clamor de la ciudad
Él iría a donde los hombres no estuvieran tan ocupados
con su cuerpo
con sus reyes
con su becerro de oro
NOHEMÍ SOSA REYNA. Del libro Reminiscencia de la Mujer de Lot.
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