Un poema de Elsa Cross.
En los confines de la aldea
los dos ojos brillan
desde la piedra anaranjada.
Varas de incienso detenidas
en una rajadura del suelo.
Los ojos interrogan desde la piedra.
Y el rostro que se mira en el espejo
no sabe quien lo habita.
Pronto
- dicen sus voces-
antes de que se acorte el día
y en la penumbra que tiende ya su lazo
se sequen nuestras manos.
¿Para qué estás aquí?
¿Qué eres de todo esto?
Los ojos untados de ungüento-
resguardan la aldea.
Vivo mi muerte,
me miro hacer, sentir,
quedo envuelta en mi red.
Me miro a mí misma desde arriba
- como un vigía.
Elsa Cross. Poeta mexicana. De su libro MOIRA. Premio Internacional Jaime Sabines.
México. 1992.
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