La muerte lleva al mundo a su molino.
Aspas de sol entre los nubarrones
hacían al campo insólito,
presagiaban el fin del mundo.
Giraban margaritas
de ráfagas de risa
en la oscuridad de tu garganta.
Tus dientes imperfectos
desnudaban sus pétalos
como diste a la lluvia tus pechos.
Giró la falda pesadísima
como una fronda que exprimiste,
como un árbol pesado de memoria
después de la lluvia.
Olía a caballo tu cabello.
Estabas empapada. Te reías,
mientras yo deseaba tus huesos
blancos, como una carcajada
sobre el incierto fin del mundo.
GABRIEL ZAID. Poeta mexicano.
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