CARÁCTER DEL CASTIGO
Mi habitación, cuya amplia ventana da a numerosos jardines, y en la que no me despierta por
la mañana más que el piar de los pájaros, parece concebida para el trabajo. Pero todavía no he
conseguido iniciarlo. Hoy he leído el último número de Imago, donde ha publicado Freud el más
bello de sus artículos sobre los salvajes y los neuróticos. Me parece muy interesante comprobar,
como, en otros tiempos, la contravención de la moral era considerada una intromisión en las
relaciones universales positivas, de modo análogo a como ocurre con las realidades científicas
en el sentido que les damos hoy en día.Por ello, y aunque no pudiera apreciarse un castigo
inmediato los hombres recurrían a él en defensa propia ( del mismo modo quizás a como se
aisla a personas con enfermedades contagiosas o se queman objetos infectados). Freud ve
ahí el origen del castigo y me parece a mí que es algo también presente en la venganza, en
lo que impulsa a realizarla ( lo que puede explicar igualmente por qué el vengador puede
convertirse a continuación en el niño de la casa concediéndosele el derecho a besar el pecho
de la madre de familia). Creo que si insistimos más sobre el motivo que sobre la acción, es
decir sobre lo que se considera su superior valor ético a posteriori, ello no nos revelará más
que en apariencia el hecho ético en sí; a decir verdad, dicho valor surge de la contracción
del carácter sagrado de las relaciones universales, de la necesidad práctica de contemplarlas
de forma objetiva. Ahora se destaca al menos la nobleza humana. Y sin embargo, mientras
eso tiene lugar de modo creciente, hasta alcanzar las mayores sutilezas morales, se relaja
la unión con el auténtico sustrato vital, no subsistiendo más que bajo la forma de esa
hijastra de la moral que es la higiene. Y tan sólo en éxtasis tan opuestos a la moral, como
los que acompañan los más nobles egoísmos, es cuando, desbordados de entusiasmo,
alcanzamos una vaga intuición de lo que los hombres más primitivos,supieron siempre,
que tan sólo debemos obedecer al imperativo de la vida y que la "alegría es perfección"
(Spinoza).
LOU ANDREAS-SALOME. Aprendiendo con Freud. Laertes S. A. de Ediciones. Barcelona
1980. Traducción L. LALUCAT y J. VEHIL.
Lou Andreas-Salome intelectual de origen ruso, fue el gran amor de Federico Nietzsche, se
menciona que ante el rechazo de ella, el escritor sublimó su sentimiento en el libro
"Así habló Zarathustra", el poeta Rainer Maria Rilke también la amaría, pero de una manera
recíproca y existen un intercambio postal entre ellos, se le considera la primera "grouppie"
de los círculos intelectuales centroeuropeos. La relación con ella hacía que poetas y
científicos dieran a luz libros en nueve meses. Fue amada por Nietzche, Rilke, Freud,
Ferndinand Jonnier, ella los amo espiritualmente más que físicamente.
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