ESPEJO DE ZOZOBRA
Me miro frente a mí, rendido,
escuchando latir mi propia sangre,
con la atención desnuda
del que espera encontrarse en un espejo
o en el fondo del agua
cuando, tendido el cuerpo, ve acercarse
su sombra, lenta e inclinada,
a la suprema conjunción
de dos pulsos perdidos en sí mismos,
como doble sueño o palabra
inserta en eco hasta llegar
a la primera orilla del silencio.
En espejo de sueños estoy junto a mí mismo
y mi imagen se asoma alargando los brazos,
buscando asir lo inasidero,
lo que dentro de mí resuena
como sombra apresada en las tinieblas
que quisiera hallar su luz
para poder nacer.
Estoy junto a la sombra que proyecta mi sombra,
dentro de mí, sitiado,
intacto, descansando leve
sobre mi propia forma: mi agonía,
y en vano quiero ya cerrar los ojos,
dejar los brazos a su propio peso
o que el agua del silencio lave mi cuerpo,
pues ya mi sueño frente a mí me nombra,
ya destroza el espejo en que se guarda
y reclina su voz sobre la mía:
ya estoy frente a la muerte.
Alí Chumacero, "el guardián de las letras mexicanas", nació en Acaponeta, Nayarit, el 9 de julio de 1918, falleció ayer 22 de octubre en la Ciudad de México, poeta, editor durante 60 años del Fondo de Cultura Económica. Amigo, sabio y hombre sencillo, nos deja sus libros Páramo de sueños (1940) en donde aparece Espejo de Zozobra, Imágenes desterradas (1948), Palabras en Reposo (1956) y sobre todo el recuerdo de su inmensa ternura, amigo como era de todo aquel poeta que encontraba por su camino.
Recibirá un Homenaje Póstumo este domingo en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, donde recibió un Homenaje en vida en el año de 2008.
Descanse en paz.
Fotografía El Universal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario