A LOS MENESTEROSOS LES DA POR SOÑAR

"No hace frío" se dicen los vagabundos. "¿No, verdad? Son bien vagabundos y bien menesterosos. "Qué bonita está la luna", se dicen. "Qué bonita ¿verdad?" "Alguna vez fui el paje preferido de la reina de Escocia", se dicen. "Ah, eso fuiste ¿verdad? " "Alguna vez me quedé dormido debajo de un edredón de plumas de ganso, leyendo como el deprimido de Marcel Proust gemía por su mamá", se dicen. "Ah, sí." Suspiran. "Pobrecito desplazado ¿verdad?" "Alguna vez leí a Violeta Leduc, llorando una pila de cuartillas porque no la quiso su mamá." "Ah, sí". Suspiran. "Pobrecita deschavetada ¿verdad?" Alguna vez leí a Nathalie Sarraute, esperando como Penélope, que la visitara en algún año su mamá." "Ah, sí." Suspiran. "Pobrecita abandonada ¿verdad?" Extienden sus manos hacia la hoguera. Cubiertas con guantes deshilachados. Se les salen los dedos. Segurito que traen las uñas mugrosas.
  "Alguna vez tuve un hogar. Una fortaleza. Un refugio. Una chimenea. Una sopa caliente", se dicen. "Flotaban letritas en la sopa ¿verdad?" "Sí flotaban letritas", se dicen. "Qué lindo tanta abundancia a la temperatura perfecta ¿verdad?" Se miran los unos a los otros los zapatos rotos. Puestos al revés. Se miran los ojos tristes. Más las cicatrices. Para eso sirven los trapos de los vagabundos. Para esconder. Igual que la piel. Esconder, que nunca estuvo ese edredón de plumas, aunque haya estado. Porque los edredones no se compran en las tiendas. Tan parecidos los edredones, a  un abrazo.


MARÍA TERESA PRIEGO. Tabasco, México. Vamos a hacer/ Azúcar con vidrios. La narración aparece en la antología Madres e hijas. Compiladora María Teresa Priego. Ediciones Cal y Arena. México.2005.