W malinowym chruśniaku (tr. Maja Zawierzeniec)
Entre las frambuesas silvestres, ocultos de las miradas curiosas,
Perdidos hasta la cabeza, durante largas horas,
Recogíamos las frambuesas que esa noche arribaron.
Los dedos de su jugo los tenías manchados.
El tábano cascarrabias retumbaba intimidando a las flores,
La hoja enferma calentaba al sol sus oxidados tumores,
Centelleaban como colgantes las harapientas telarañas,
Un escarabajo velludo iba retrocediendo de espaldas.
Nos sofocábamos entre las frambuesas que, susurrando, recogías,
En tu mano sudorosa, generosamente me las servías,
Nuestro susurro se aquietaba en su aroma.
Repletas del perfume de tu cuerpo y calor.
Y se convirtieron las frutas en instrumentos de caricias,
Las primeras, las maravilladas, que en todo el cielo
No conocen otro delirio además del suyo
Y quieren repetirse eternamente para su propio anhelo .
Y no sé cómo ocurrió, fue una cosa inesperada,
Que rozaste con tus labios mi frente sudorosa,
Atrapé tus manos, las entregaste temblorosas
Y las frembuesas silvestres seguían como si nada.
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