He dedicado los últimos días del año ha leer la obra Enrique de Ofterdingen de Novalis, es una obra incompleta, en cuanto al proyecto, según nos dice L. Tieck en el epílogo, además nos dice que Novalis tenía la intención de
escribir seis novelas más donde externara sus opiniones sobre física, la vida de la ciudad, el comercio, a la historia, la política y el amor. En Enrique de Ofterdingen escribió a profundidad con fantasías, y con otros recursos como las crónicas de viaje sobre la poesía, aunque no podía faltar las reflexiones de tipo moral como esta: "No hay duda -dijo Silvestre-, la conciencia es el mediador innato de todo hombre. Ella es la que representa a Dios en la tierra, y por esto, para muchos, es lo supremo y lo último. Con todo, por el momento, cuán alejada está la ciencia que llamamos doctrina de las virtudes, o moral, de la imagen pura de este pensamiento sublime, a la vez tan amplio y tan personal. La conciencia moral es la esencia misma del ser humano en su estado de plena glorificación; es el ser humano por excelencia, el hombre celeste". Me gusta leer las obras en prosa de los poetas, porque ahí dejan el testamento de su pensamiento superior, es lo que pienso por ejemplo de poetas como Rainer María Rilke en Los Apuntes de Malte Laurids Brigge o Dostoyevski en su Diario.
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