Al leer Diario de un escritor del genial escritor Fedor Dostoyevski me encuentro con el
alma profunda, tersa y estremecedora de un ser humano, donde los niños desamparados de las
calles de San Petersburgo, los ancianos, los presos, las mujeres centenarias, me deparan el
encuentro con una obra genial; cuando era adolescente leí con estremecimiento y temor
Crimen y castigo, la personalidad de Rodion Romanovich Raskolnikov despertó en mi
sentimientos ambivalentes, tan penetrante análisis del novelista me hizo saber que en lo
sombrio y doloroso de la literatura se encuentran las mayores bellezas de las verdades,
asi Dostoyevski se convirtió en uno de mis autores favoritos, penetrante, describe el exterior
y el interior (alma) de los hombres, hace poco en una librería de viejo me encontré su Diario,
el libro publicado en Colección Austral, (bastante maltratado por los años) ocupó mi atención
y lo guardé para leerlo con la delicia que ocupa en nuestra mente el platillo principal de un
banquete, he recorrido las páginas amarillentas y algunas con muestras de humedad para
llegar a la narración más extraordinaria que he leído en mucho tiempo, se titula Bobok fue
publicada en 1873 en la Revista Grajdanine, y esta incluida en el Diario que ahora me ha
cautivado, bobok es la palabra de un muerto, una palabra terrible, que resume los pecados
y los remordimientos de los habitantes de un cementerio, es decir forma parte de una
conversación entre los sepultados ahí, que lo único que tienen es la voz enmedio de un
cuerpo en descomposición, alguno de los ahí yacentes, se pregunta si será el espíritu o sólo
la voz, Dostoyevski ha ido a un entierro y se encuentra de pronto ante este diálogo de
un funcionario que había robado cuatrocientos mil rublos del tesoro destinado al apoyo de
las viudas y los huérfanos, del conde Piotr Petrovitch, truhán encantador dilapidador de su
herencia, Avdotia Ignatievna, altiva bachillera, criatura excerable e hipócrita, tan bella
como es atroz el olor de su tumba, muerta adolescente y con fama de perversa, un general, un
tendero, todo hablan y se defienden ante cuál hace llegar el peor y putrefacto olor de la muerte,
si Dostoyevski quiso hacer reflexionar a los vivos, sólo hace en esta narración hablar a los
muertos, cuando los muertos se dan cuenta que un vivo los oye, prefieren callar, los secretos
son para los que se pasean por la vida aún, genial.
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