DOS
¿A dónde te escondiste quimera que hieres en canal y desangras a esta tu
creatura con recuerdos de mis hijos jugando en las afueras,
con cometas que tocaron el cielo
lo infringieron de verlo tan azul como la yema de mis dedos donde
aplican inyecciones
Creen poder contra el lagarto pero no es cierto,
nadie se salva en esta selva de figuras luminosas y trajes de astronautas
que me alimentan con jugos porque los otros,
los hijos que engendré me vienen y me observan y me miran con rabia y
asco y besan en el aire mis manos mis mejillas
y lucen los aretes, los relojes, los anillos y
guardan las llaves del auto que
hace meses no encamino hacia Durango,
hacia la tierra que me vio caminar cuando pequeña,
cuando mis padres:
estación primera del infierno,
parada en la que agoto mis reservas y en
donde anotan cuánto muero cada día,
cuánto suero es necesario para que acaben los recuerdos
que aún con tanta aguja mi carne apresa, no suelta,
muerde nuevamente este lagarto,
este animal que quiere poseerme y en las
ancas de yegua que embiste el toro a media vida de la plaza,
los otros aplauden y muerde el lagarto en
la quimera que no se desvanece.
(Fragmento)
OFELIA PÉREZ SEPÚLVEDA. La inmóvil percepción de la memoria.
Ed. VERDEHALAGO. Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo
León. México. 2000.
Imagen. Ofelia Pérez Sepúlveda. Diccionario Biobibliográfico de Escritores de
México. CONACULTA-INBA.
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