A LA MADRE DE KEPLER

Crispantes tus manos se confunden con las llamas
el temor de las miradas atizan el fuego
calcinante es el castigo
sólo eras una mujer solitaria
viuda destemplada
madre del padre de la ciencia
tu esposo se fue a la guerra
te convertiste en una mujer sola y con talento
¡Es una bruja!
¡Es una hereje!
gritaban al verdugo inquisidor
tu pelo larguísimo se destrenzó y cubrió tu rostro
entre los gritos de terror
sólo eras una mujer inteligente
demasiado valiosa para no brillar en el oscurantismo
las cenizas de tu cuerpo no llegaron a las manos de Kepler
quedaron perdidas entre el viento y la historia de un acto vergonzoso
Tu grito es un eco
que rompe el paso de los siglos
tu hijo buscaba estrellas
se alimentaba con las miriadas estelares
el titileo de los astros lo acompañó
se perdió en el infinito del movimiento de los astros
no imaginó que su madre sería como un incandescente cometa que alimentaría
(la hoguera de la historia
Ahora sabemos que el movimiento de los planetas es elíptico
¿pero acaso sabemos si la tortura ha desaparecido?
o sí una nueva madre de Kepler recibe descargas eléctricas
en un maloliente sótano


NOHEMÍ SOSA REYNA