Un poema de José María Pinilla.
La luna como una mano
reparte con la injusticia que la belleza usa
sus dones sobre el mundo.
Vicente Aleixandre
Las gestiones de la vida
se mojaron de abril o primavera
y aún tardan en resolver los enigmas de la piel.
Llenaron cuadernos en los dialectos del sur
como arpegios de manos suaves
en esa alternativa perpetua que combina soledad con hermosura,
abriendo los cauces de la noche.
Hay otros asuntos importantes,
otras gestiones:
como comer cada día
o quemar tristezas a la altura de la tarde,
que por su dura claridad se vuelven ciegas.
La mañana, es diferente, siempre es otra cosa.
No se alimenta de penas por contagio;
es como el sol,
que en la distancia se acerca al mar para asustarle,
trabajando desde el cielo
el sonido lateral de las gaviotas,
como si fueran golondrinas
o pájaros cuajados de presente.
¿Cómo es posible
que la luna se marchite de impaciencia,
cuando las manos huelen todavía a sol
y el silencio
es una hoja de otoño, salpicada de pena?
Sólo en la memoria se encuentran los hechos acaecidos,
que recorren por lágrimas la mejilla de la ausencia.
No hay distracción, sino prudencia cierta,
llena de mares y de lunas,
de lunas que recorren la sombra de un manzano
y de mares con sol que alcanzaron
la luz de la aurora,
la hermosísima del fuego de un beso sin fondo.
Yo sé que hay asuntos importantes,
como la guerra, el mundo mismo, los mapas sin océano,
los astros que escapan al cielo...
Y entre mis límites...espero un corazón que tenga pies,
para salir corriendo.
JOSÉ MARÍA PINILLA. Poeta español. Poema aparecido en el No. 6 de la Colección Círculo
de Poesía de la Editorial aBrace de Montevideo, Uruguay.Uruguay. 2005.
Este poema lo publico In Memoria del poeta solidario y viajero José María Pinilla.
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