CAJA DE SEGURIDAD
Usura es una plaga, usura
enroma la aguja en manos de la doncella
Y trunca el arte de la hilandera.
Canto XLV
Ezra Pound
Ahora escribo de una ciudad
que tiene llamaradas en los ojos
de sus habitantes saurio hormiga camaleón
con olor de azufre en su pozo seco
y casas antiguas con fantasmas que lloran
donde una antorcha consume el azúcar de los días sin Dios
Ahí se puede llenar el horizonte de una pantalla
y volar sobre las vías en un tren veloz
también rascarse la imaginación en el nacimiento de las alas
y oscurecer en la soledad de un vidrio polarizado
dejar de tocar la guitarra entre las paredes de una cárcel
y no olvidar que es una ciudad sin alacranes ni serpientes
sólo algunas similitudes muy humanas que silban y rasgan
la piel de las doncellas que sueñan el tulipán del día
su ensoñación forma espirales señoriles
donde se inhibe una prostituta que entretiene el hastío
entre cada uña limada y pendiente de oficio albañil
carpintero indiferente piso incompleto de edificio
donde el potentado tomará un whisky mientras afloja
su corbata y saca el marfil de su navaja con que decapita
el sol de su eficiente secretaria que prepara café
olvidando en su rutina de las faldas de sierra donde brilla
el listón de una mujer que cosecha la esperanza en cafetales
y entre el papel con índices de bolsa la secretaria ahoga el sollozo
porque fue esa mañana de cristal que el mediodía había decolorado
la figura del modelo que anuncia trajes en la azotea de enfrente
y la tiraniza con su existencia hueca sin jadeo ni hazaña
mientras abajo la rutina se disfraza de tensión que se va al tocar
un pétalo de orquídea sin hablar en fin de una ciudad sin amanecer
ni atardecer ni roca y al sol lo suplanta una lámpara de neón
Donde la sangre fría y el cerebro es una estrella maligna
entre escudos de fibra de vidrio y carrocería de metal plateado
Ahí arrinconan en cajas de seguridad la vida para que el pobre
no sienta tentación por el dinero y el rico se sature con su brillo
en ese oscuro sótano de Banco hay tantos huesos anónimos
que la llave es ahí la brújula del mundo y el capitán gerente
cierra la puerta para que amanezca en esa ciudad
donde los hombres se abrochan la esperanza con cara destemplada
mientras el viento remueve en sus entrañas el anhelo de una ola de mar
NOHEMI SOSA REYNA. De Reminiscencia de la Mujer de Lot.
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