nohemypoesia.blogspot.com. Poemas, artículos y ensayos de la escritora Nohemí Sosa Reyna.



martes, 27 de enero de 2009

TONGO



UN POEMA DE DAVID GONZÁLEZ.


Tenía que decir la verdad o callarme.


Robert Crumb


Cuando era guaje,

y no tan guaje,

me subía con mis amigos

al tejado de un edificio

que pertenecía y aún pertenece

a la Autoridad Portuaria

para poder asistir,

en butaca de primera fila

y sin tener que pasar por caja,

que de eso se trataba,

al estrafalario y estrambótico

desfile de disfraces

que como cada año,

en septiembre,

y con motivo de las fiestas del barrio,

las fiestas de la Soledad,

tendría lugar dos pisos más abajo,

al aire libre,

en la calle Claudio Alvagonzález,

entre lo que era la Rula

y el dique Santa Catalina.


El desfile,

y me jode tener que decirlo,

era un espectáculo bochornoso,

una exaltación de la grosería,

un puro esperpento por así decir:

una improvisada pasarela de tablas

por la que iban desfilando

- lo de desfilar es un decir-

mientras hacían la gracia

- aunque yo no se la veía-

los vecinos más carismáticos del barrio,

disfrazados, ellos, o travestidos,

de felpeyos, o sea, de putas callejeras.


Casi todos los años ganaban los mismos,

o los amigos o familiares de los mismos,

y por eso, casi todos los años también,

cuando el jurado daba a conocer su fallo,

mis colegas y yo, de pie sobre el tejado,

nos poníamos a saltar y a gritar:


¡TONGO! ¡TONGO! ¡TONGO! ¡TONGO!


porque éramos niños y todavía podíamos ver,

a pesar de los disfraces que quisieran ponerle,

la verdad

y la verdad era esa:


¡TONGO! ¡TONGO! ¡TONGO! ¡TONGO!


Entonces aparecían los de la Comisión de Festejos

o los vecinos y curiosos o guardias que hubiera por allí,

apoyaban escaleras contra la pared del edificio

y subían a por nosotros

para bajarnos a la calle y escorrernos a hostias.


Algunos de nosotros,

gatos en los tejados por aquél entonces,

aunque ya hemos dejado muy atrás la frontera del llanto,

todavía podemos ver,

a pesar de los disfraces que quieran ponerle,

esa verdad:


¡TONGO! ¡TONGO! ¡TONGO! ¡TONGO!


Sí. Todavía podemos verla. La verdad.

Pero ya no damos saltos. Tampoco gritos. Nos ha entrado

vértigo.



DAVID GONZÁLEZ. En las tierras de Goliat.

Editorial Baile del Sol. 2008.



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